sábado, 10 de noviembre de 2007

Leyenda: El coquí [2da]

Navegando por el amplio mundo cibernético me topé con otra hermosa leyenda de nuestro coquí.

Otra popular versión del origen del coquí habla de una pequeña isla a la que una mañana Dios colocaba en medio de un inmenso mar. La llenó de distintos árboles para que la resguardaran del sol, le besó la frente y continuó sus quehaceres celestiales.

Al caer la noche, la isla se sintió muy sola en medio de los gigantescos árboles y el imponente mar. Le pidió entonces a su Padre que le enviara a alguien que le acompañase en la noche.

Dios decidió que ella necesitaba una voz amiga que le hiciese compañía, pequeñita como ella.

Cuentan que en ese momento, el Todopoderoso mezcló ingredientes especiales, entre ellos polen de estrellas y el sonido de la lluvia, y los introdujo en la garganta de una diminuta rana, dándole por nombre coquí, y asignándola como la compañera fiel de la isla [archipiélago], al pedirle que todas las noches llenara su soledad con su canto.

El animalito saltó de sus manos y desde entonces, cuenta la tradición, el coquí canta a la isla [archipiélago] noche tras noche para que consiga dormir.

Esta última versión es generalmente aceptada como auténtica, sobre todo porque concuerda con el hecho de que los coquíes armonizan con su canto del anochecer al amanecer, con serenatas a los isleños hasta ayudarles a conciliar el sueño.

Los puertorriqueños hemos atesorado a estas pequeñas criaturas, dedicándoles una infinidad de poemas, historias y canciones.

Dentro de las creencias que le envuelven, se encuentra la que dice que el coquí sólo canta en Puerto Rico, y que si es llevado fuera , muere de tristeza. A esto se le atribuye el hecho de que a pesar de tener varios parientes alrededor de América Latina, la única especie que canta es la original de la tierra borinqueña.

La aparente imposibilidad de lograr que cante y sobreviva fuera de Puerto Rico, ha contribuido a la famosa frase que sus compatriotas utilizan para expresar su nacionalidad al decir: "Soy más puertorriqueño que el coquí". Por otro lado, gran parte del arte y artesanía de la isla [archipiélago] muestra la presencia y el gran cariño que su gente le otorga a la pequeña ranita.

Más allá de la leyenda, el coquí sirve como un símbolo sentimental para nuestro pueblo orgulloso de sus raíces, su cultura y su riqueza natural.



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