sábado, 31 de agosto de 2013

Olga Nolla: Por eso escribo de los hombres

Escribir un poema se parece a raspar
la piel del cuerpo de la vida;
se parece a escarbar entre sus órganos,
sus venas y tripas,
a hundir la pala hondo, bien hondo,
como si dentro, muy dentro de sus huesos,
estuviera el secreto.
Escribir un poema es siempre una pregunta
que busca una respuesta.
Por eso busco de los hombres, busco
llegar a los cimientos que sostienen
la manera en que piensan,
aquella forma peculiar que tienen
de organizar las cosas.
Busco horadar fachadas,
ir detrás de las máscaras y otros escudos.
Detrás de sus bravatas grandilocuentes
he observado que los hombres sufren mucho
cuando son incapaces de ser héroes,
cuando no son valientes supermachos superjodones
que de un puño derriban a quien les lleva la contraria.
Sienten tanto terror a no ser machos
que no logran quitarse esa máscara
y ver su propio rostro.
Sus gestos, sus palabras
son fachadas, corazas
a menudo delgadísimas.
Se ve a través de ellas cual si fueran
velos de gasa.
Las más de las veces se trata de hombres delicados
que huyen del dolor.
A menudo son hombres incapaces de amar
porque temen ser débiles;
o porque son muy débiles.
Y sufren.
Al escribir el poema
tanteo con los dedos en sus vísceras
y palpo la dureza de sus huesos.
En sus cabezas el guerrero se monta en un caballo
y con lanza en ristre
se precipita sobre sus enemigos.
Pero sufren, y para defenderse ríen a carcajadas
y su risa degrada
al prójimo, al gobierno, a las mujeres.
Se sienten tan poca cosa en el fondo que tienen que degradarlo todo
para sentir que valen algo.
Ellos sufren, insisto.
Detrás de aquellas burlas compensatorias
hay una soledad sin horizontes.
El poema llega hasta aquí.
No dispongo de pico ni taladro.
Además,
adentro de los huesos no me atrevo a entrar.
Es muy oscuro.
Los gemidos del viento perforan los barrancos.
Se parece al infierno
y Virgilio no está para guiarme.


              Olga Nolla 
Puerto Rico 

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