Viejo amigo,
es bueno saber que sigo contando con tus páginas abiertas, en blanco y siempre DISPUESTAS...
Sigues existiendo,
latiendo con el tic tac de cada tecla que va formando una palabra, palabra que da inicio o fin de una oración, oración que despierta en el alma y es exhalada por los poros de mis dedos.
Nunca está demás,
dejarse ganar por lo que se siente y exponerlo a otros, para dejarles saber que no están del todo solos.
Andamos, descalzos, o con tacones, o sandalias
caminos propios, éxodos antiguos, huellas invisibles, en cuyos viajes las lágrimas nuevas se unen a las ya existentes y sin importar edades.
Las gotas de rocío
simplemente van acariciando el pétalo, resbalando por el tallo, rozando la hoja y besando el suelo, la tierra, la esencia misma.
¿Cómo no volver a escribirte?, si te siento vivo en el hueco oculto de mi alma, allí donde se abrazan la felicidad y la nostalgia.
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