Las manos en el cristal: Para ser lo que somos
Querida Karina,
Estoy seguro de que a veces te preguntarás por qué tu abuelo
escogió un camino diferente. Por qué nunca te recogió en la escuela, ni está en
las fotos de tu cumpleaños, ni en las de Navidad, sentado frente al arbolito.
Ahora, viendo hacia atrás en la memoria, creo que te puedo
responder que es el camino el que nos escoge a nosotros; la lucha te atrapa si
tienes abierto el corazón y la voluntad para combatir las injusticias.
A fines de los años sesenta, había muchas denuncias de discrimen
contra los hispanos en una empresa de teléfonos de Chicago que se llamaba
Illinois Bell. Un grupo de latinos nos organizamos para protestar en el
downtown, donde estaba la oficina principal de esa empresa.
El presidente de la Illinois Bell era entonces Mr. Charles Brown,
pero a nosotros sólo nos permitían hablar con uno de sus asistentes, también
latino, un peruano que no tenía autoridad para ayudarnos.
Un día nos dijeron que Mr. Brown solía acudir a una iglesia
presbiteriana en Lake Forrest, el suburbio más exclusivo de Illinois.
Allí nos presentamos un domingo, celebramos un acto ecuménico
frente a la iglesia y luego entramos. Los feligreses se asustaron al ver esa
invasión de latinos que avanzaba por los pasillos repartiendo hojas sueltas.
Sólo hubo un problema: Mr. Brown no había asistido aquel domingo al servicio
religioso. Sin embargo, nos paramos frente al púlpito y le explicamos al
público que todo lo que queríamos era hablar con Mr. Brown y presentarle
nuestras demandas laborales, pues en su empresa atropellaban a los hispanos.
Dicho esto, les dimos las gracias y nos retiramos.
Poco después, cuando regresamos a nuestro local, recibimos la
llamada de una de las personas que estaban en la iglesia: quería darnos la
dirección de Mr. Brown.
Algunos compañeros volvieron a Lake Forrest para identificar el
lugar. Varias semanas más tarde, alquilamos autobuses y nos metimos en ellos
con nuestras familias para protestar de nuevo, esta vez frente a su propia
casa. A los niños les habíamos dicho que íbamos de picnic y cada cual llevaba
una «luncherita» con golosinas.
En aquellos años no había control de acceso en las
urbanizaciones de lujo, y ni siquiera portones en la propiedad. Nos sentamos
alrededor de la piscina y fue imposible evitar que los niños se tiraran al
agua. Enseguida vimos que desde la mansión se abría una puerta y Mr. Brown en
persona nos invitaba a pasar.
Diez de nosotros nos acercamos para hablar con él, y la reunión
fue en la cocina. En un momento dado se excusó para llamar a su hijo, que sabía
español y quería que sirviera de intérprete. Le dijimos que no hacía falta,
porque todos éramos bilingües.
Entonces nos citó para la mañana siguiente en la empresa y allí
nos volvimos a reunir. Estuvo de acuerdo en contratar de inmediato a 125 trabajadores
latinos para distintos departamentos de la Illinois Bell, y en abrir dos
oficinas en sendas comunidades hispanas, una para mexicanos y otra para
puertorriqueños, a fin de darles servicios en español.
También aceptó contratar a un determinado número de obreros
latinos cada año.
Aquel acuerdo con Mr. Brown fue una gran victoria para nosotros,
que, casi sin proponérnoslo, habíamos fundado la Coalición Hispana del Trabajo.
De ahí en adelante, reivindicamos el derecho de los obreros en otras empresas,
sobre todo en la construcción.
Demandábamos que emplearan a trabajadores hispanos, y fuimos muy
exitosos logrando que accedieran a nuestros reclamos. No hubo violencia en todo
aquello, solamente trabajo y más trabajo, y una gran movilización étnica, planificada
al mínimo detalle.
A los latinos, por fin, se nos empezaron a abrir las puertas de
las empresas y las uniones obreras que habían estado cerradas para nosotros.
Más tarde, todo ese esfuerzo se concentró en las escuelas y
universidades. Pienso que, para ser lo que somos, tenemos que hacer sacrificios
de todo tipo. Quizá nunca te ayudé a soplar las velitas de tu cumpleaños, como
hacen tantos abuelos con sus nietos, pero me consuela pensar que he puesto mi
granito de arena para construir un mundo más iluminado y justo para ti.
En resistencia y lucha, te besa
Oscar López Rivera
Publicada en el periódico EL NUEVO DÍA
http://www.elnuevodia.com/sextacartadeoscarlopezrivera-1617755.html
12 de octubre de 2013
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