lunes, 12 de marzo de 2012

Especias, clavos, clavos, calor, genes y sabores

Hace un rato, mientras le tomaba fotos a mis nuevos libros de recetas, me percaté de una herencia que desconocía.

Me gusta cocinar, y eso no es un secreto... igual me gusta inventar con sabores, colores y demás. ¿Cómo o por qué me gusta tanto la cocina? Creo que jamás me lo había preguntado y tomando las fotos vinieron unos recuerdos muy queridos dentro de otros con sabores amargos.

Recordé que desde pequeña siempre estaba pegada a las faldas de mi abuela
(mai, como le he llamado toda la vida) quien siempre estaba buscando como enamorarnos para comer, bueno más a mi hermano que era un poco meticuloso en cuanto al paladar. El olor a canela, clavos, estrellas llenaban nuestra casa y la casa de unos cuantos vecinos cuando ella hacía aquel delicioso dulce de lechosa (papaya). Es un olor que no se puede describir del todo... Los libros de recetas maltratados e incluso acariciados por algunos ingredientes nos daban paso a las GALLETITAS DE AVENA y las siempre memorables BARRIGUITAS DE VIEJA sorprendiéndonos luego de un día de clases.

Por otro lado está el recuerdo semi borrado de los hornos gigantes de hacer pan. Mi padre fue repostero, siempre me maravillaba ver con la destreza que hacía los diseños, las letras, la concentración en cada uno de los bizcochos (pasteles, tartas). Uno de sus compañeros, el panadero, nos dió el peregrinaje que hacía el pan hasta llegar al horno donde crecía cual si fuera de feto a niño recién nacido. Dulces recuerdos en aquello que hoy ya no existe.

Entonces como no viajar por el mundo de los moldes coleccionados por mi madre, los cuales espero heredar en algún no muy lejano momento. Un día quise sorprenderla y coloque los moldes al rededor de las paredes de la lacena, ella quedó encantada... y su sonrisa para mi memorable. El olor a una rica pechuga rellena, su flan de queso que no tiene competencia, su arrocito amarillo e incluso verla caminar hasta la bodega hispana en busca de platanos maduros (platanos machos) solo por complacernos.

Entonces, los olores, sabores y amor por la cocina no vienen de ahora, sino que me han acompañado. En el baúl de mis recuerdos siempre hay recetas entrelazadas con risas, llantos, suspiros. Entonces Allende con AFRODITA y Laura Esquivel con su COMO AGUA PARA CHOCOLATE, me hacen sonreír, pues me siento tejedora de mi novela, de esta vida que se mezcla dulcemente con la cocina, los recuerdos y los sabores.




Receta: Barriguitas de vieja (tortitas de calabaza)
Libro en formato PDF: Afrodita / Isabel Allende
Libro en formato PDF: Como agua para chocolate / Laura Esquivel

1 comentario:

Xai dijo...

Siempre es un placer leerte. TQLo Muchote!